"Prólogo" por Juan José Medina

Los grados de criminología en España han venido consolidándose dentro del panorama universitario español durante los últimos años. Hemos pasado de una situación en la que la criminología existía tan solo como títulos propios de especialización a nivel de postgrado en un número limitado de universidades, en las que existía una cierta tradición de investigación en estas materias, a un nuevo mapa en el que se ofrecen títulos de grado en un número bastante mayor de universidades.

La transición a este nuevo modelo ha estado llena de retos y, no podemos negarlo, cierta polémica derivada en parte de la pluralidad de opiniones sobre el mejor modelo universitario de docencia criminológica. Por listar algunos de los condicionantes:

  • La criminología tuvo la mala fortuna de nacer como grados en el contexto de la crisis financiera global del 2007 y el 2008. Si ya de por sí esperar, como las universidades asumieron, la creación de títulos “a coste cero” era complicada, hacerlo en el contexto de las limitaciones adicionales impuestas por la crisis no ayudaron a resolver esta sinrazón.
  • Somos un ámbito de investigación interdisciplinario en un contexto universitario como el español excesivamente obsesionado con la compartimentalización del saber en “áreas de conocimiento” y en el que los departamentos universitarios, organizados en torno a estas áreas, compiten por recursos muy limitados. No es éste, evidentemente el contexto más propicio para la colaboración que trasciende las fronteras de las disciplinas científicas tradicionales, lo que a menudo ubica a los profesionales universitarios que se dedican a esto en extraños territorios de nadie y en situaciones en las que justificar su promoción o labor profesional es difícil, en cuanto que se encuentran juzgados por estándares distintos de los de la criminología.
  • Dado el tamaño realmente pequeño de la comunidad científica criminológica española, desde el principio postulé la necesidad de cooperación interuniversitaria a la hora de crear estos grados. Sin un mínimo de masa crítica en cada universidad es difícil sustentar grados de la calidad exigible, algo que se puede conseguir de forma más razonable por medio de la cooperación interuniversitaria, de la que existían algunas iniciativas a nivel de postgrado. Desafortunadamente se optó como en muchas otras ocasiones por el “café para todos”, lo que hace que la media de investigadores criminólogos en el equipo docente por grado universitario sea, sin duda, la más baja de Europa.
  • La criminología nace, según Garland, por la confluencia del proyecto Lombrosiano y el proyecto de control. Por ponerlo en términos más sencillos y neutrales, nace como resultado de la confluencia de un interés guiado por la curiosidad científica (interesada en entender el fenómeno delictivo) y el interés de las administraciones del Estado y la sociedad civil por prevenir y reducir la delincuencia. En aquellas sociedades donde los grados de criminología están más consolidados, son aquellas en las que ha habido un mayor interés por parte de los poderes públicos en desarrollar políticas de control de la delincuencia basadas en la evidencia científica. Esto es algo en lo que España ha estado muy retrasada. Los grados han salido adelante fundamentalmente gracias a la persistencia de la comunidad científica y al movimiento criminológico estudiantil (las labores de defensa de la disciplina organizadas de forma muy proactiva por generaciones de estudiantes que empezaron a formarse en los títulos propios de las universidades antes de la aparición de los grados). Ha habido muy poco interés por parte de los poderes públicos para apoyar la investigación criminológica, sobre todo si nos comparamos con otros países como Holanda o el Reino Unido. Esto evidentemente tiene implicaciones para las chicas y chicos jóvenes que han optado por esta carrera en cuanto que impone retos adicionales en cuanto a la consolidación profesional del criminólogo.

Estos son algunos de los condicionantes que marcan el desarrollo de estos estudios en nuestro querido país. Uno podría pensar que con este marco tan negativo, mejor recoger los trastos e irse para casa. No obstante, los que tenemos la fortuna de trabajar con la gente joven que llena de ilusión está cursando estos grados tenemos una percepción subjetiva de este marco considerablemente menos negativa de lo que este contexto podría señalar. Aunque desarrollo mi vida profesional en el Reino Unido, tengo numerosas ocasiones de dar clases en España y de interactuar con las chicas y chicos que estudian criminología en nuestro país. Y francamente da gusto constatar su ingenuidad, creatividad, persistencia, entusiasmo, capacidad de organización colectiva y espíritu empresarial que demuestran con su dedicación a esta vocación. Nuestro refranero dice que al hambre agudiza el ingenio y quizás sean esas circunstancias difíciles las que llevan a que estas actitudes estén tan presentes en el colectivo de estudiantes de criminología en nuestro país. Desde el principio ha sido un colectivo muy “guerrillero”, capaz de organizarse para reivindicar su sitio en la sociedad civil, y ha estado muy implicado en debates sobre el futuro profesional de la figura del criminólogo, tratando de aportar soluciones al respecto.

La colección de ensayos que se recogen en este volumen es una muestra más de la capacidad de iniciativa de este colectivo. La idea inicial de editar una publicación que permitiera dar difusión a los Trabajos de Final de Grado de los estudiantes de Criminología nace precisamente en el seno de la Sociedad Interuniversitaria de Estudiantes de Criminología (SIEC). La SIEC es un colectivo a nivel estatal nacido en 2012 que reúne, en encuentros semestrales, a los representantes de estudiantes de prácticamente todas las universidades españolas que ofertan el grado en la actualidad. En uno de dichos encuentros, celebrado en abril de 2015 en la Universidad Autónoma de Barcelona, se planteó por primera vez la posibilidad de abrir una convocatoria para que los estudiantes de cuarto curso pudieran enviar sus trabajos, y que un comité formado por académicos y profesionales pudiera seleccionar a los mejores para ser publicados. De acuerdo con uno de los promotores de la iniciativa, en la actualidad uno de mis doctorandos, “Uno de los principales motivos que llevó a plantear la idea del libro fue que los foros de difusión científica para estudiantes de Criminología en España son todavía residuales, no existiendo apenas congresos de estudiantes ni revistas de estudiantes.” Dicha iniciativa recibió rápidamente el apoyo de la editorial Criminología y Justicia, dirigida por José Manuel Servera, quien se ofreció a publicar el libro; y también de la Federación de Asociaciones de Criminólogos de España (FACE), los miembros de la cual han participado activamente en todo el proceso de selección de trabajos tanto de la primera como de la segunda edición.

La positiva recepción de la primera colección animó a sus promotores a intentarlo de nuevo este año y el resultado es el libro que el lector tiene en sus manos. Los 6 trabajos aquí reunidos fueron seleccionados entre 45 (que reunían una serie de criterios básicos: nota mínima de un 8 en la universidad de origen, etc.) por el comité científico técnico, miembros de la FACE y la SEIC. La diversidad metodológica y temática refleja el amplio abanico de temas y perspectivas que impulsan la curiosidad de los jóvenes estudiantes de criminología, así como el tipo de habilidades y destrezas para el análisis, la recogida de datos, y la argumentación que se trabajan en estos grados. Imagino que en el futuro quizás se producirá un acercamiento entre esta iniciativa y el recientemente creado premio de la Sociedad Española de Investigación Criminológica para jóvenes graduados de criminología, orientado a premiar el mejor trabajo de fin de grado a nivel nacional.

Los trabajos aquí presentados son, no se olvide, trabajos realizados por alumnos de grado en su último año de aprendizaje a dicho nivel. No pueden juzgarse con los mismos criterios que los estudios de profesionales de la investigación científica, ni cuentan con los mismos recursos ni pueden realizarse sobre un periodo demasiado extenso de tiempo. Pese a ello es evidente la dedicación, rigor, curiosidad, y persistencia en la obtención de datos que cada una de las contribuciones a este volumen documenta, así como su preocupación por cuestiones de actualidad o aspectos profesionales de la criminología. Como resaltaba mi estimado compañero Santiago Redondo en el prólogo al volumen con la primera colección de trabajos en relación a los autores: “Ellos son la mejor promesa de futuro de la actual criminología española, heredera a su vez de las inquietudes y estudios criminológicos de antecesores tan ilustres como Montesinos, Concepción Arenal o Rafael Salinas.”

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